Rocío Sánchez
Las Manos de Filippi es una banda de rock de protesta, de estilo fusión y alternativo que surge en el año 1992 de la mano de “el Cabra”.

Foto por R. Barlet
Contexto
En el año 1992, el Cabra y Hermo, comenzaron con la banda que incursionaba en rock crossover, fusionando varios estilos y géneros que lograron una combinación única que se mantiene vigente en los sectores populares más militantes –y no tanto-, hasta la actualidad.
Esta banda atravesó varios cambios y “fundaciones” conforme cambió la realidad sociopolítica del país y la percepción identitaria de sus integrantes. En la actualidad está formada por Hernán de Vega (el Cabra), Germán Anzoátegui (Pecho), Gaspar Venegas, Pablo Marchetti, Guido Durán y Cristian Fabrizio.
Al hacer hincapié en sus letras como elemento central de protesta, marcó un sello particular que caracteriza a esta formación desde sus inicios. Dentro de sus temas más populares se encuentran “Sr Cobranza”, “El himno al Cucumelo”, “Ballenas” y “El sistema”.
La formación se fue redefiniendo a los largo de los años, y desde 1992 hasta el 2000 atravesó muchos cambios que luego en 2002 dieron paso a una identidad fuerte y marcada, que acompañó los sucesos vividos durante la crisis del 2001. Las manos se erigió como una presencia de peso y obligada en marchas, protestas y eventos organizados principalmente por el Partido Obrero y organizaciones de izquierda.

Foto por R. Barlet
Entrevista a Germán Anzoátegui (Pecho), trompetista y voz de apoyo de la banda.
Pregunta: ¿Cómo se formó la banda y cómo se perfiló ideológicamente?
Respuesta: Es una buena pregunta porque la banda se formó “sin banda básicamente”. Esto empezó con “El Cabra” y un compañero de la secundaria de él, en el año 92. Que sus compañeros no tocaban ningún instrumento, él es artista plástico, entonces diseñaron el logo de la banda, que todavía no existía, pero ya tenía nombre, se llamaba “Las Manos Di Filippi”.
Ideológicamente el Cabra cuando formó la banda ya hacía tres años que militaba en el Partido Obrero, eso quizás intervino o interfirió en la génesis de la banda, pero siempre hubo de todo. Se perfilaba hacia la izquierda porque su líder era un militante de izquierda.
P: ¿Qué formación musical tienen sus integrantes?
R: La formación musical de los integrantes varía, porque hay muchas, y hubo muchas conformaciones distintas. De la primera de hecho solo queda el Cabra y de la segunda refundación quedo yo. El toca hace 26 años, desde la fundación, y yo 21, ninguno de los dos tiene formación musical, pero sí tuvimos y tenemos dentro de la banda siempre grandes músicos, de lo que es armonía y de la música en sí. Así que tuvimos esa suerte, de estar rodeados de gente con una formación musical piola, no como la que tuve yo por ejemplo.
P: ¿El público al ir a verlos encuentra algo de catarsis para sobrellevar la realidad que ustedes describen en las letras?
R: El público cuando nos viene a ver sí hace catarsis, desde siempre igual, ¿no?, desde el principio y hasta ahora. Obviamente con un gobierno como éste, tan fascista, la gente le da más cabida a las bandas de nuestro estilo, de protesta.
Pero sí, hace catarsis, sube al escenario, les brindamos el micrófono para que puedan contarle a la gente que está en el show lo que les pasa. Si es un show privado –como la gran mayoría de nuestros conciertos, porque somos una empresa de arte independiente-, limitamos esto porque no da que paguen la entrada para ir, divertirse y se termine convirtiendo en una actividad política.
A veces pasan cosas así, pero también pasa que tocamos en muchas actividades políticas, donde capaz sí surge ese momento de la actividad en la que hacen esa catarsis y tiene un mayor espacio para expresarse. Respondiendo a la pregunta concreta, sí, en mi opinión logran canalizar mucho en nuestros conciertos.
P: Muchas bandas de rock en momentos de crisis (2001, por ejemplo) adoptaron un perfil contestatario similar al de ustedes, pero cuando la democracia está "estable", no lo mantienen ¿Qué dificultades (o beneficios) tiene para ustedes tener un mensaje tan disruptivo en esos momentos en que quedan más "solos"? ¿Notan un cambio en la relación con el público de acuerdo al momento político?
R: Los artistas, en épocas de crisis, como puede ser el “Argentinazo” creo no es que la gente porque hay crisis hace música de protesta, sino que me parece que es algo que se da por default, por decirlo de algún modo. Porque en sí el rol del arte, es ese, es el de contar qué es lo que pasa. Así lo hicieron las pinturas rupestres en la época de los cavernícolas, y por eso nos fuimos enterando cómo vivían, qué comían. Creo que eso llevado al 2001 en la Argentina, la bandas, los artistas, las obras de teatro, hayan abordado temáticas. Como lo están haciendo hoy, todo el mundo putea a Macri y en 2001 y todos puteaban a De la Rúa.
Creo que haber seguido el camino de una banda independiente y haber mantenido el estilo de protesta nos llevó a formar parte de algo que es lo que nosotros hacemos desde que empezamos. Nunca nos enteramos de las puertas que se nos cierran –porque se nos cierran-, pero sí disfrutamos de las que se nos abren al ir recorriendo otros caminos. Por ejemplo después de Cromañón, fue el circuito de fábricas recuperadas, que veníamos nosotros como banda curtiéndolo porque éramos los que tocábamos en todas las actividades de protesta. Luego de Cromañón ya se abarcó tanto que no hacía falta ser de protesta para ir y tocar en una actividad de lucha de la clase obrera. También pasó, como decía, con el circuito de fábricas recuperadas, que fue un fenómeno de 2005, 2006, 2007. Hasta que bueno, después vino el kirchnerismo, que las hizo mierda.
Con respecto a la relación con el público tiene que ver obvio lo que pasa. Si nosotros no cantáramos canciones de protesta quizás vendría menos gente a vernos hoy.
P: Brevemente, contame cómo se dio el conflicto con Bersuit y si hoy ya está resuelto/olvidado.
R: Con respecto al tema con La Bersuit, señor Cobranza, la canción de Las Manos que ellos tocaban antes de ser famosos. Un día la grabaron sin el permiso de El Cabra y lo llevaron a una oficina, te estoy hablando de hace 25 años atrás, era un pibito cuando escribió esa canción y pasó todo esto.
Él estaba re contento de que La Bersuit tocara ese tema, le encantaba esa banda, pero no esperaba que pasara eso, que lo grabaran sin permiso. El Pelado Cordera lo cagó básicamente. En sí el era un músico callejero de veinte años que vivía de tocar en Florida y le ofrecieron dos mangos para grabar su tema. Nunca se imaginó que iba a convertirse en un tema que moviera tanta guita, y ahí firmó el permiso para que pudiera salir en su disco, ya que si una canción no está editada por su autor no puede hacerse. Cordera funcionó como mediador, insinuándole que podrían firmar su disco.
Me acuerdo porque fue un viernes y querían que fuera a cobrar un cheque el lunes, tan ratas eran los de Universal y Cordera, y El cabra dijo que no, que quería la plata en mano, y le dieron 15 mil pesos. Por 15 mil pesos el Pelado se hizo famoso, lo único que conserva son los derechos de autor. Lo re cagaron y la relación quedó bastante mal desde ahí, imaginate que “le prestás” una canción a un amigo y te hace eso.
Después de eso El Cabra se fue a tocar a España, se hizo su público allá, por eso la gente nos sigue bastante en Europa. Después volvió, aunque no pensaba hacerlo, y tuvo que recuperarse de ese trago amargo, la banda casi se disuelve pero acá estamos.
Pensamos que una canción es una canción y nada más, no hace ninguna revolución, para eso hay que organizarse y luchar. Así que más que resuelto el tema, quedó olvidado para nosotros.

Foto por R. Barlet
Música independiente y capitalismo
“ Era una época en que nosotros veíamos Mano Negra, que acá no había llegado. Flasheábamos con ellos y también era la época del cadáver de Perón. Todo el tiempo hablaban de las manos de Perón, y surgió la idea de hacer una banda. Conocimos a alguien que se llamaba Filippi, un loco de Mataderos, amigo nuestro y un día nos contó anécdotas de accidentes que había tenido en la mano y dijimos: «Las manos de Filippi». Me puse en contacto con Bernardo Hoffman y me apoyé en amigos de él y así surgió la primera formación”.
Hernán de Vega “El Cabra” (2012)
Las Manos de Filippi viene resistiendo con su mirada crítica pero sensata, de los hechos que acontecieron en las últimas décadas en la Argentina. El “corralito” de 2001, Cromañón, el circuito de fábricas recuperadas, las políticas neoliberales del macrismo, la intervención del Fondo Monetario Internacional y las recortes en salud, cultura y educación, son disparadores constantes que mantienen vigente a una banda que se mantiene fiel sus ideales de ser autónoma e independiente y no negociar por ganar espacios con los gobiernos de turno.
El arte no está exento de la puja por el poder que mantiene en vilo al mundo, todos somos víctimas y victimarios al mismo tiempo. Según el ojo desde dónde se mire, dependiendo de quién lo diga y cómo. Arriba del escenario está Las Manos y abajo, sus fans: los de siempre, otros que acaban de descubrir su música, algunos que solo fueron para tratar de comprender, qué es lo que tienen que moviliza a las masas, que toca las fibras más íntimas desde hace ya varias décadas a jóvenes y viejos por igual.
Quizás varios lo entendieron: Si el hablar, el pronunciarse, es asumir una posición política, el cantar contra un sistema, lo es mucho más. Sus letras dicen lo que muchos no quieren escuchar -o que escuchemos-. El arte de las Manos va mucho más allá de la técnica musical o de la condescendencia con una industria detractora y mordaz que anula lo diverso, lo que “no vende”. Se basa en el repudio, en desocultar entramados sociales complejos amalgamados con una prosa fuerte pero sin perder su esencia artística y popular, hechos canción. Con una composición simple, va al centro de la cuestión sin rodeos ni dobles discursos.
Claro que el precio es alto, la prensa, la industria musical mainstream y las clases dominantes ponen su ojo cínico sobre aquellos que desafían la norma. El poder se erige como un muro inabordable e incuestionable. Las cosas son como son. Así como la ves –o como no las muestran-, y lo creemos, o pretendemos creer, pagamos con cada céntimo de vida la basura mediática que compramos. Un poco por ilusos, otro poco por cobardes.
Cada vez que Las Manos sube al escenario, su obra se resignifica a cada momento; cobra vida. Es que sus letras desafían el tiempo y caemos en la cuenta de que seguimos en el mismo lugar; que algunos vicios como la lucha por el poder, la explotación, la violencia, habitan en cada uno de nosotros, nos alcanzan y exceden, nos dominan y moldean como individuos, como sociedad, como país.
Valores como la igualdad, la solidaridad de clase, la defensa de los derechos adquiridos permanecen inmóviles en el tiempo, como inertes, esperando renacer en cada estrofa, en cada acorde, como si el paso del tiempo no hubiese desgastado las ansias de un mundo mejor para esta banda. Áspera, directa, visceral, así es Las Manos de Filippi.

Foto por R. Barlet
Su música es, por momentos, caótica y oscura; por otros denota esperanza y lucha. Una falsa dicotomía que empaña el legado de una banda que al decir a través del arte, sublima las pasiones que todos tenemos en nuestra condición de humanos. Lo hacen, como un pintor violenta un lienzo con pinceladas sin sentido que luego se traducen en una obra única. Así como un poeta que logra conectarse a la realidad de a ratos a través de las palabras, ese hilo frágil que los ata al aquí y el ahora.
Muchos dicen que estas bandas de protesta incitan a la violencia, que hacen apología a la queja constante y la alteración del orden. Pero se desvía el eje de los problemas que acarreamos. Quizás sea ya tiempo de exorcizarnos de los demonios que llevamos incrustados en el alma. Saber que todos somos uno, hacerse cargo de la sociedad que creamos, del país que tenemos, de aquello que ocultamos bajo la alfombra del odio y el miedo.
¿Acaso una banda de rock es responsable de algún modo de esta realidad en que vivimos? La música no mata; el poder sí. La poesía no hiere, la palabra lanzada como un dardo abyecto sí.
Cada uno es artífice de su propia existencia. Y si mejor nos preguntamos, ¿hacia dónde vamos? ¿Qué podemos mejorar? ¿Qué damos por perdido y qué nos depara el futuro? Es tiempo de barajar y dar de nuevo. Poner el cuerpo y el alma. Como profesa las manos “Hay que dar lucha en todos lados”. La recompensa es grande y alcanzará para todos.
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