
Como nos tiene acostumbrados, Damon Albarn lo hizo de nuevo. Su nuevo álbum, Merrie Land, junto a The Good, The Bad & The Queen, que salió a la venta el pasado viernes 16 de noviembre en formato físico (¿CDs? ¿Qué era eso?), y también por streaming, cumplió con las expectativas puestas desde que se anunció nuevo material de la banda a finales 2017. Junto a Simon Tong, ex The Verve, Tony Allen, legendario baterista de Fela Kuti y Paul Simonon, ex The Clash, hicieron la continuación del homónimo primer disco de la banda en 2007, más de diez años después y demostrando que lo anterior no fue una mera casualidad ni un rejunte de estrellas.
En Merrie Land, como en la mayoría de los demás trabajos de Albarn, hay una gran carga política, y, en este caso, está centrada en la escena británica del Brexit y en ironías contra los grupos nacionalistas que buscan exiliar al Reino Unido de la Unión Europea. A su vez, utiliza el recurso poético casi como una descarga de opiniones constantes que dejan en claro su postura en tan solo dos minutos de escucha, como en Difters & Trawlers o en la homónima Merrie Land, primer sencillo del disco. En el último año y medio, con sus dos últimas producciones junto a Gorillaz, Humanz y The Now Now, dejó clara su postura antiimperialista y anticapitalista enviando mensajes suaves, como también muy directos, en contra de Donald Trump, el neoliberalismo y los grupos fascistas, que cada vez se hacen más presentes en Europa y América.

En cuanto a la producción, estuvo a cargo nuevamente de Tony Visconti, quien en 2007 realizó el primer álbum, pero, esta vez, generando una sonoridad que remonta más a lo hecho anteriormente en Blur y con la carrera solista de Albarn, que al sonido crudo y workingclass del álbum antecesor. Es fácil notar la textura similar que tienen Nineteen Seventeen con Theme from Retro y The Great Fire con Mirroball de Blur, o, en un caso diferente, Ribbons con el último trabajo solista de Albarn en 2014, Everyday Robots. Si bien, no eligen la dirección mainstream con sus composiciones, de la misma forma que en 2007, presenta una escucha muy placentera que mezcla la política junto con el teatro, las marionetas y la música. Una presentación sonora más que interesante para cambiar de direccionamiento auditivo.
El punto más alto del disco se alcanza enla tríada Drifters & Trawlers, Ribbons y The Truce of the Twilight, quizás la canción que más encarna a cada uno de los integrantes de la banda, pero sobre todo a Paul Simonon. Esta pieza remonta a las épocas pasadas con The Clash con esos coros en medio del verso que recuerdan London Calling, un guiño estético y político claramente intencional por parte de la banda. Ese no fue el único cambio, ya que, en entrevistas anteriores, Albarn describió que es la primera vez que usa una forma de composición lírica alejada de la industria “pop” de verso-estribillo. Según cuenta, aconsejado alguna vez por Lou Reed, decidió hacer una composición vertical, donde la letra toma forma de poema en vez de una ser una estructura que decanta en un estribillo pegajoso y cómodo para el oyente.
Sin dudas, Merrie Land es un gran disco como se esperaba. La escucha está por demás recomendada, no solo por lo sonoro, sino por la impronta que Albarn y compañía imprimen dentro de la música, brindando un marco político, poético, teatral e irónico. Tal como indicamos en el principio, Albarn lo hizo de nuevo y, en esta oportunidad, creando un disco que probablemente marcará su carrera de cara al futuro y próximos proyectos.
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