Es viernes 19 de octubre de 2018, y nos dirigimos con un amigo al auditorio Kraft en pleno microcentro a escuchar en oscuridad total el disco Ten de Pearl Jam en parlantes holofónicos. Para mi amigo será su primera experiencia, para mi la segunda y la más interesante.
La primera vez que realice la experiencia fue en el 2015 en El Teatro Ciego para escuchar a Nirvana. En esa ocasión la cita no fue para escuchar un disco en particular, sino que se trataba de un recorrido por la discografía de la banda, el cual duraba casi una hora. El recinto era pequeño y lo primero que podía notar cualquiera al ingresar eran las dos columnas de 4 metros de alto cubiertos por una tela negra, los parlantes holofónicos. Recuerdo que no hubo mucha explicación sobre que era la holofonía (Holophonics TM) y de que se trataban los parlantes, ya que se había producido un retraso en la organización del evento, lo cual por cuestiones de horario derivó en una aceleración en la previa y además había que sumarle el intenso calor del día!. Lo único que recuerdo es que nos dijeron que no eran los parlantes convencionales que compras en cualquier casa, que están construidos en una única membrana ultra liviana y que seguramente íbamos a descubrir o encontrar sonidos que nunca antes habíamos escuchado en las canciones. Debo confesar que aquella primera vez fui con cierto escepticismo pensando en la promoción de estos parlantes tan especiales, sobre todo porque he tenido oportunidad de escuchar música en sistemas de audio Hi-Fi y porque alimente mi escepticismo recordando mi experiencia de escuchar música inmerso en la oscuridad total, algo que comencé hacer a la edad de 13 años en mi habitación con unos parlantes convencionales o auriculares y donde solía elegir el disco The Wall de Pink Floyd. Me fascinaba hacerlo en esas condiciones por la cantidad de efectos de sonidos que hay en su discografía (risas, explosiones, aviones, llantos, gritos, vidrios rotos, etc.). Es una escucha distinta donde lo único que transcurre es la música y lo hace diferente a realizarlo mientras estas en el trabajo, viajando o duchándote. Y lo hice con muchos otros discos; entonces pensé ¿que puede tener de distinto esto?!!!. Las luces del teatro Ciego se apagaron y comenzó a sonar Nirvana. Las primeras sensaciones son el volumen alto, pero sin que sature, o te aturda y la más interesante es la sensación de que la música no proviene desde un solo lugar, es decir, desde donde estaban ubicados los parlantes hacia el frente, aparecen otras referencias espaciales. Me esforcé por descubrir algún sonido nuevo, pero no lo logre; de hecho una de las primeras preguntas que te hacen cuando se vuelven a encender las luces es esa “¿escucharon algún sonido nuevo?”. Lo único que pude detectar como sonido nuevo (la cuestión pasa por definir “sonido nuevo”), son detalles como el arrastre de la mano de Cobain sobre el mango de la guitarra en algunas canciones o el sonido de la púa golpeando las cuerdas, sonidos que parecieron más notorios. Sin embargo también hubo otro tipo de respuestas como “descubrí una melodía que nunca había escuchado”, y creo que ahí entra en juego cuantas escuchas atentas realizaste de una determinada canción antes de realizar la experiencia. Sin más nos tuvimos que retirar ya que la fila de la gente para escuchar la siguiente banda estaba esperando, y el calor era demasiado para estar adentro (aclaro que el embotamiento en todo mi ser fue previo a entrar al teatro). Hasta mi segunda experiencia, nunca más me interese por el tema de la holofonía, ni por saber quien la había inventado. No hace falta que aclare que mi experiencia a los 13 años con mis parlantes fue superada por la del teatro Ciego.
Volviendo a octubre de 2018, ingresamos al auditorio unos minutos tarde y rápidamente el anfitrión nos indica donde teníamos que ubicarnos, “fila tanto al lado de la pareja tal, necesito formar un triangulo de adelante hacia atrás” y haciendo caso a sus indicaciones nos disponemos a escucharlo, ya que estaba explicando de qué se trataba todo esto. El orador se llama Hugo Zuccarelli, argentino e inventor de la holofonía y los parlantes holofónicos. En menos de dos minutos el primer comentario con mi amigo fue “es un personaje, esta para hacer stand up.”. Está explicando y defendiendo su invento. Su carácter es histriónico y su relato verborrágico, cargado de pasión, en el cual te aporta una cantidad de información, historias e ideas sin respirar que en el momento cuesta procesar y trataré de resumir sin entrar en demasiados términos científicos, pero que resultan necesarios para entender la holofonía. Zuccarelli cuenta que el camino hacia la holofonía comenzó cuando tenía diez años y presenció un accidente entre dos autos mientras leía una revista en la calle. El choque ocurrió detrás de él y automáticamente se dio vuelta porque pudo localizar desde donde provenía el sonido del impacto, lo cual lo motivo a interesarse y cuestionarse por la procedencia del sonido y como era posible que el ser humano localizase el sonido en cualquier dirección con sus dos oídos. Sostiene que descubrió como funciona el oído humano, aduciendo que el sonido al llegar a su interior se mezcla con una señal que emite nuestro oído a modo de patrón de referencia y es lo que le permite al cerebro localizar la orientación y distancia del emisor. Agrega que la localización incluso es posible tapándose un oído. A principios de los años 80’s usó un sistema de grabación con micrófonos dentro de una cabeza humana por medio de la cual se graba el sonido tal y como llegaría en la realidad a nuestro sistema de audición. La holofonía en pocas palabras es la posibilidad de escuchar un sonido envolvente en tres dimensiones. Hugo se contrapone y desafía a las teorías científicas relacionadas al campo de la acústica, específicamente a la teoría de la audición binaural. No tiene pelos en la lengua y dispara contra la industria musical afirmando que las grandes empresas prefieren mantener un estándar bajo de calidad que les permita comercializar parlantes masivamente y a bajo costo (Sistemas Dolby y Surround). En principio las grabaciones que registro en audio con esta técnica estaban limitadas a la escucha mediante auriculares y es por eso que decidió ir más alla y construir los parlantes holofónicos, capaces de reproducir los efectos de la holofonía. Explica que los parlantes convencionales se componen de dos o tres vías (dependiendo de los modelos) que dividen las frecuencias en bajos, medios y agudos, lo cual genera distorsiones causadas por las interferencias de las ondas sonoras que emite cada vía por separado corrompiendo y destruyendo lo que para él es la parte fundamental de los sonidos, el timbre; en cambio los parlantes que él diseño están formados por una única membrana vibratoria ultra liviana que permite apreciar todas las frecuencias audibles, o dicho de otra manera permite que las frecuencias más bajas puedan ser reproducidas al igual que las más altas al mismo tiempo y sin ninguna distorsión. “Los parlantes que te venden son una mierda!” grita Hugo. A continuación empieza a tirar nombres de los músicos o bandas con las que trabajo, lo cual generó un cruce de miradas con mi amigo, y no es para menos….Paul McCartney, Michael Jackson, Pink Floyd y la lista sigue; nuevamente vuelve a disparar sin reparos que de nada le sirvió trabajar o presentarle su invento a estos músicos, ya que todos intentaron tener la exclusividad y robarle su idea. Cuando relata en detalles la historia con Pink Floyd, mi sorpresa no fue para menos. En un principio lo recibieron con los brazos abiertos con su nueva técnica y le ofrecieron que Pink Floyd fuese la primera banda en utilizar la holofonía en el disco The Final Cut, con la condición que no podía grabar con otro grupo y prácticamente tenía que mantener todo en secreto. Cuenta que le pagaron 40 mil libras por diez días de trabajo, y que terminó esperando un año y medio, que fue el tiempo que tardó en salir a la venta el disco. El retraso de su publicación se debió en parte a cuestiones políticas, ya que el disco hablaba de Thatcher, Ronald Reagan, Galtieri y la guerra de Malvinas, pasando a formar parte de una “lista negra”. Quienes tengan el disco The Final Cut, último disco de la banda antes de la separación definitiva de Rogers Waters, encontrará el nombre de Zuccarelli en los créditos de grabación con la inscripción “holophonics by Zuccarelli Labs, Ltd. ©”. El primer tema que se me vino a la mente de ese disco es Get Your Filthy Hands Off My Desert (track 7 u 8 dependiendo de la edición), recordaba cuanto me fascinaba la sensación del avión y la explosión, como carajos parecía tan real! sobre todo porque el avión da la impresión de aparecer por encima de tu cabeza y la explosión por detrás!, debo haber escuchado esa introducción cientos de veces.
Zuccarelli sigue contando otras anécdotas sobre como conoció a McCartney (que fue al primer músico que se acerco con su invención), como llego a Michael Jackson y su disco Bad (con quien entablo un juicio, que perdió y le valió 90 días de cárcel en Estados Unidos). También trabajo con músicos argentinos entre ellos León Gieco y Gustavo Santaolalla, en el disco De Ushuaia a la Quiaca, otro dato más que desconocía.
El auditorio Kraft es mucho más grande que el teatro ciego donde las butacas están dispuestas en declive y además se pueden ver sectores de las paredes cubiertos con material acústico. Las luces se apagan para darle paso a Ten y nuevamente el volumen es alto pero no aturde. La introducción en fade in en la canción Once, como nunca antes la escuchamos. La sensación de una referencia espacial total es evidente (arriba, abajo, adelante y atrás) dando como resultado que los instrumentos y la voz de Vedder se ubiquen por todo el auditorio en puntos específicos. Mientras sonaba cada tema del disco me dedique a taparme un oído u otro, a moverme, a girar la cabeza, tratando de seguir un instrumento en particular, ya sea que estuviese haciendo una base rítmica o una melodía, con el fin de descubrir si se producía una alteración . Obviamente no pasó lo que sucedería en una escucha con parlantes convencionales, en donde si uno se tapa un oído, genera un paneo izquierda y derecha, dando la sensación de que la fuente emisora se mueve. Tanto para mi amigo como para mí, es un disco que hemos escuchado cientos de veces y ninguno de los dos descubrió ningún sonido nuevo y para quienes conozcan un poco la historia de Pearl Jam y de este disco, sabrán que la banda ha declarado que nunca los convenció la mezcla del disco, por la cantidad de reverb, efectos y guitarras agregadas. Justamente todos esos detalles se hicieron presentes con otra nitidez y al salir comentamos “las guitarras tienen otra presencia”. Todos los instrumentos se escuchan con el mismo nivel de jerarquía, no hay saturación. Debo aclarar que los discos que escuche en ambas experiencias no están grabados con la holofonía, son grabaciones estereofónicas reproducidas a partir de un cd, lo cual dispara un interrogante lógico para quienes hagan la experiencia, el cual no me atreví a plantear en la sala o personalmente.
Ahora debe explicar porque fue la más interesante de las dos experiencias que hice. Una por relatado hasta aquí y porque a la salida compré el disco con los sonidos holofónicos realizados por Zuccarelli. Tal como nos recomendó en el auditorio, para escuchar los sonidos holofónicos se deben utilizar auriculares y en lo posible cerrar los ojos, y estar en un lugar tranquilo evitando cualquier interrupción o contaminación sonora. La serie de sonidos grabados con la holofonia van desde una caja de fósforos agitándose, una sesión de peluquería, una abeja, etc. Realice la escucha varios días después y el realismo me impacto. El reflejo de querer quitarme los auriculares se volvió recurrente en la experiencia dado el nivel de sensaciones que me producían. Experimenté lo que se conoce como sinestesia, en donde básicamente se puede decir que la estimulación de un sentido provoca que la persona sienta impresiones con otro sentido diferente. El track titulado Haircut (corte de pelo), fue el que me provocó sentir el viento del secador detrás mió. En mi caso el sentido de la audición estimuló el del tacto. Hugo comentó que se pueden visualizar números y letras cuando se escucha agitar la caja de fósforos o percibir el olor a fósforo quemado cuando se enciende. Les propuse a algunas personas, entre ellas amigas, amigos y alumnes de mi escuela escuchar dos o tres sonidos del CD y me encargue de estar presente cuando lo hiciesen. Una amiga comento al finalizar “quien me estaba soplando el pelo”. En cuanto a mis alumnes que tienen entre 6 y 8 años, fue increíble ver sus reacciones corporales como agarrarse el pelo o querer moverse hacia un lado para alejarse del sonido del fósforo encendido, o mover la cabeza de manera circular cuando escuchaban la cajita agitándose. En este punto mi experiencia empieza a alejarse de la subjetividad, sobre todo porque lo único que hice fue pedirles silencio que cierren los ojos y jamás les anticipe que iban a escuchar. El hecho de haber querido estar presente fue intencional de mi parte y por mi propia curiosidad de ver cuales eran sus reacciones.
Escribir sobre la holofonía, los parlantes holofónicos y Hugo Zuccarelli implica mucho más que una experiencia personal subjetiva que a su vez está cargada de cuestiones emocionales y porque la historia empezó hace 40 años, lapso de tiempo en el que Zuccarelli y sus dos invenciones produjeron adeptos y antagonistas. Historia que por cierto esta plagada de mas anécdotas y explicaciones de primera mano otorgadas por su inventor. Quien suscribe este artículo accedió a una serie de foros en Internet donde el mismo Hugo Zuccarelli participó, en donde es objeto de criticas en las cuales le recalcan que jamás provee o presenta evidencias o estudios concretos sobre sus dichos, que ataca en forma desmedida a la comunidad científica haciendo hincapié que para refutar una teoría establecida debe hacerlo con el rigor científico necesario y que la única publicación disponible suya es una patente en la que describe un típico maniquí utilizado en técnicas binaurales (la patente se puede descargar de Internet). Puedo decir que es entendible porque Zuccarelli vive como una cruzada personal la holofonia, pero también es comprensible porque muchos lo critican. A mi particularmente me puso a leer sobre su invento, acústica, leyes físicas, funcionamiento del oído y sobre tecnología de parlantes. Me llevará tiempo entender y comprender muchos conceptos. La parte práctica de la holofonía es sublime!. Si bien gran parte de la comunidad científica, la industria de la música y la tecnología parecen no reconocer o tener interés en la holofonía, será cuestión para su inventor de esperar el reconocimiento. Como dijo Nikola Tesla “El futuro mostrará los resultados y juzgará a cada uno de acuerdo a sus logros”.
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