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Siempre regresa el sol

Micaela Sol Bucciarelli


La musica de los beatles ofrece letras de canciones y la historia que acompaña a su composición, relatos que son conocidos por los fans, pero quizá no con un contexto que permite tener una mirada mucho más completa del porqué de determinadas canciones. Así es como surgió el libro Las canciones de The Beatles. La historia detrás de las canciones, publicado en español bajo el sello de Grijalbo, resultado de una indagación aún más profunda del especialista, quien no se conformó con sus varias ediciones hayan logrado vender más de 440 mil copias, lo que convierte al volumen en uno de los más vendidos acerca de la banda, sino que se buscó sumarle los nuevos hallazgos y, en especial, quitar la información falsa. "Reproducir las letras de las canciones tal como fueron grabadas ha sido un reto formidable", escribe Turner en el prefacio del libro.

"Las colecciones de las letras publicadas hasta ahora están plagadas de errores, lo mismo que las reproducciones en línea "El problema es que The Beatles frecuentemente cambiaban las letras aun estando en el estudio, a veces hasta en la toma final. Así, incluso las páginas de las letras tomadas de los atriles de música en los estudios de la calle Abbey, después de grabar una sesión, no siempre correspondían a lo que apareció finalmente en los sencillos o en los álbumes".

La información recopilada puede ya ser conocida por los seguidores de Los Beatles, pero también se convierten en un descubrimiento para el lector en general, por las historias que acompañaron a la creación de cada una de las letras, en ocasiones situaciones personales, otras conocidas de boca en boca y hasta lo que llegaron a leer en los periódicos.

Inglaterra, 1969. Era el fin de los Beatles y sin duda uno de los tragos más amargos en la historia de la música. La presión del negocio estaba asfixiando a la banda y dejándola sin arte y sin aliento. Firmas de papeles, decisiones de derechos, las presiones del contrato, los beneficios vendidos, los compromisos comerciales, el tiempo perdido y el desgaste de una banda con un largo camino recorrido eran parte del contexto. George, Paul, John y Ringo estaban agotados y ya pesaban los recuerdos. Era el fin de un largo invierno y el fin de una era. Comenzaba un nuevo ciclo, comenzaba la primavera, se venían tiempos de cambio y justo ahí surgió la canción. Here comes the sun, porque no hay invierno que dure cien años y porque siempre regresará el sol.

Cuenta la historia que George Harrison escribió Here comes the sun un día que decidió no presentarse a una reunión legal en la Apple Corps Organization para escaparse a la casa de campo de su eterno amigo, Eric Clapton, en las praderas de Surrey, en Inglaterra. Según Clapton, parte de la magia de Harrison era que siempre buscaba tener una guitarra cerca y en esa mañana soleada no fue la excepción. Sentados bajo un árbol, de frente al valle y observando el sol, Harrison empezó a tocar. Era el inicio de la primavera de 1969 en Inglaterra y George Harrison comenzó a cantar las primeras líneas de Here comes the sun. Con asombro, Eric Clapton era testigo del surgimiento de un clásico del rock and roll.


“'Here comes the sun' fue escrita en un momento en el que Apple se estaba volviendo como la escuela, donde teníamos que ir y ser hombres de negocios. Firma esto, firma aquello. En fin, parecía que el invierno sería eterno en Inglaterra, y para cuando llega la primavera, realmente crees que la mereces”, declaró algún día el mismo Harrison. Por eso la canción representaba el alivio de George tras una difícil temporada, representaba el deseo de seguir caminando, de soltar el pasado y de abrir un nuevo ciclo. El deseo de sentir que todo estará bien y que todas las cosas pasarán. Y es que el rompimiento de los Beatles era un secreto a voces y Harrison ya se imaginaba un camino en solitario. Un año y un par de álbums después, la separación de la banda se hizo oficial.

Musicalmente, Here comes the sun representa la experimentación continua de George Harrison y su continua búsqueda de nuevos sonidos, de nuevos instrumentos y de resultados diferentes. En la canción se percibe la influencia de todos los viajes que hizo George a la India y la amistad que sostuvo por décadas con Ravi Shankar, un maestro bengalí de música clásica que dominaba el arte del sitar y la meditación. De igual forma, la canción está escrita en siete tiempos y medio, un viejo truco de la música tradicional hindú que nunca había sido usado en Occidente. También, la canción experimenta con un raro sintetizador análogo, conocido como el sintetizador Moog, y fue grabada en siete sesiones y 13 tracks que incluyen tres guitarras, una armónica y una sinfónica de cuerdas y vientos. No es mentira que la canción transmite la verdadera esencia de un amanecer.

Un dato curioso de la canción es que fue escrita a finales de marzo y principios de abril de 1969. Ese mismo año, la estación meteorológica de Greenwich registró que enero y febrero fueron los meses más fríos de toda la década y que la llegada de los días de sol se retrasó mucho más de lo normal. No sólo era una metáfora el invierno largo que había vivido George Harrison en Londres con los Beatles, estadísticamente fue uno de los inviernos más largos de Europa Occidental, y contra pronóstico, el mes de abril registró 189 horas de sol, una cifra inédita que no fue superada hasta 1984. Irónicamente, esa primavera de 1969 fue una de las más soleadas en la historia de la isla inglesa.

Después de haber vivido en Irlanda casi un año y haber pasado un invierno de seis meses ahora entiendo diferente la canción. Entiendo lo que es pasar tanto tiempo sin sentir el calor y atesorando las escasas horas de sol. Realmente la gente espera la primavera con un deseo que se vuelve casi idealizado y es que por momentos parece que el invierno nunca terminará. Por eso la llegada del sol tiene tanto significado en estas tierras verdes, húmedas y frías; es el inicio de una nueva cosecha y una nueva temporada, es el comienzo de una nueva vuelta al sol. Y asícomo George Harrison sentía que era el fin de una etapa, así me voy sintiendo yo. Es momento de dejar Irlanda, es momento de dejar el invierno y es momento de decir adiós. Quizás por eso me dio por escribir sobre George Harrison y la historia de Here comes the sun.

Sencillo como único, Harrison buscaba escaparse de la tediosa rutina del frío invierno inglés y por eso se imaginó la primavera con todo lo que ella trae, sin dudas que la alegría se escapa a través de las notas de la guitarra acústica acompañada de manera brillante por Paul Mc Cartney y hasta la bateria de Ringo Starr suena lo suficiente para hacer de “Here comes the sun” una melodía perfecta. El único ausente en este tema fue John Lennon debido a que se recuperaba de un accidente de auto.


A pesar de no ser conocida como un single de 45 rpm, “Here Comes The Sun” se las ha arreglado para rankear alto en varias listas de las mejores canciones de The Beatles. Quedó número 4 en la lista de 100 mejores canciones de la banda según NME, número 21 en la de Mojo, publicación que al describía así: “Esta debe ser la mejor canción por la cual la religión podría reclamar el crédito. Aquellos que mostraron sorpresa por el ascenso inmediato de Harrison como el solista más exitoso de The Beatles en 1970, claramente no estaban escuchando esto”. Y la Rolling Stone la dejó como número 28 en su propio derrotero de los Fab Four: “Junto con ‘Something’, era la prueba fehaciente de que The Beatles tenía a tres autores formidables”. Estos juicios se condicen con el cariño de los fans por este track de tres minutos y cinco segundos.

Se genero en este tiempo una preferencia por este tema partículas, “Here Comes The Sun”, que nos hace más sentido es un concepto: la luminosidad. La sensación de luz que genera el escucharla, con su estructura en la escala de La y una progresión de acordes inversa a la que escuchamos en temas como “Eight Days A Week” y “Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, y con un compás de tensión en el puente antes de cerrar su primera vuelta, “Here Comes The Sun” invita en lo lírico a recibir una nueva mañana y dejar atrás la oscuridad y la tristeza, con el sol trayendo sonrisas a los rostros tras un largo y crudo invierno. Cristaliza la esperanza de un mejor porvenir, algo en lo que de seguro pensaba un George Harrison que tenía apenas 26 años .



 
 
 

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