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Yendo...Y cada vez más

Foto del escritor: Joaquin Quiñones MendezJoaquin Quiñones Mendez

“Si Buenos Aires despierta, yo digo se despereza. Siente libertad, busca la energía de ir a a más”, empezaban a cantar Los Abuelos de la Nada en el 82’ cuando sacaron su primer disco, con el nombre homónimo de la banda. 34 años más tarde invitan a El Kuelgue a hacer un homenaje por los 50 años del rock nacional, y eligen interpretar esa canción, Ir a más.

En los 60’ el plano musical argentino, estaba totalmente influenciado por el rock y por sonidos traídos de Inglaterra, donde Los Beatles ya empezaban a moldear la cultura de aquella época y la actual. En Argentina, Charly García comenzaba a forjarse como un artista de renombre y que además de hacer, producía música. Entre aquellos andaban en el ambiente musical que le dio la identidad al rock nacional, estaba Miguel Ángel Peralta, un joven de Munro, con una infancia dura por la ausencia de sus padres y criado en un orfanato. Él de a poco empezaba a codearse con grandes músicos que lo acompañaban en su formación. Así fue que junto a su amigo Pipo Lernoud, poeta y compositor, se las ingeniaron para reclutar gente que estaba en la misma que ellos, y en 1968 sacaron el primer sencillo de Los Abuelos de la Nada, Diana Divaga, con sonidos muy acordes a las influencias del momento. En esa primera camada de la banda, tocaba la guitarra un artista que luego dejó su marca en el rock, Norberto “Pappo” Napolitano. Pero la guerra de egos se hacía presente y habían muchas discusiones con Miguel por diferencias en los conceptos del estilo musical que querían realizar. Él se abre de la banda, y con un futuro incierto de identidad de grupo, se dividen y no dejan rastros en la época, más que algunos temas sueltos.


Ir y venir


El joven de Munro, luego de aquellos hechos, decide escaparse del país en busca de nuevos horizontes. En Argentina se estaba viviendo una situación social muy complicada para todos, por la dictadura de Juan Carlos Onganía, pero en especial para los artistas que eran tildados de “hippies” por usar pelo largo o por hacer música de protesta, y Miguel estaba en ese grupo. Decide viajar a Europa, y deambula por varios lugares París, Barcelona, Madrid y algunas playas, siempre en movimiento y ganándose la vida trabajando de lo que sea, pero buscándose un lugar para su pasión, la música. En momento, se instala en Ibiza, se encuentra con muchos músicos argentinos, entre los que estaba Gerardo López von Linden, actualmente conocido como “Cachorro López”. Quién en una entrevista, contó que cuando se conocieron fue muy raro, porque Miguel era muy excéntrico e impredecible en su forma de ser, primero lo miraba, después lo patoteaba, después lo abrazaba, y después lo veía como alguien interesante. Se hacen amigos y en el 81’ vuelven para el país. Todavía había una dictadura en el gobierno, pero ahora con Leopoldo Galtieri como Presidente. El clima para los músicos se empezaba a apaciguar, no era como antes, entonces ellos, vieron la chance de armar una banda que revolucionara la escena rock local y así nace la nueva versión de “Los Abuelos de la Nada”.

“Él fanfarroneaba con que venía a dar vuelta todo, a reinventar la música que se estaba haciendo en el país, que para era aburrida, triste y él le traía alegría” expresa años después su amigo Pipo Lernoud.

Miguel como cantante y Cachorro como bajista y reclutan otros jóvenes que estaban dando sus primeros pasos, como el caso de Andrés Calamaro en los teclados, y además interpretaba algunas canciones.

En el 82’ sacan su primer disco, producido por Charly García, quien los apoya, consiguiéndoles shows y realizando los coros junto a su banda, Sui Generis, en “No te enamores nunca de aquel marinero Bengalí”.

En ese disco también estaba la canción “Ir a más”, escrita por Miguel y por “Cachorro”, una canción que mezcla ritmos de rock, pop y reggae y en la que se empieza a ver el uso de instrumentos de viento por parte de la banda, el saxo de Alfredo Desiata con una melodía ascendente que encendía las ganas de bailar del público. Ese sonido sumado a pianos con efectos electrónicos (similar a los que después usaría Soda Stereo) comienza a ser una marca registrada de Los Abuelos de la Nada, la reinvención del plano musical nacional que quería lograr Miguel, estaba pasando.


Yendo de manera similar


34 años más tarde, Pablo Vidal, saxofonista de El Kuelgue, le da esa misma fuerza a la banda para estar a la altura de las circunstancias y poder hacer ese cover de la banda que es una de sus máximas influencias. “Siempre nos dijeron que somos muy parecidos, que tenemos un sonido parecido”, expresaba el cantante de la banda, Julián Kartún, en el Centro Cultural Kirchner, cuando tocaron la canción en 2017. Igualmente no solo se asemejan en la música se asemejan, el excentricismo y la energía que plasmaba Miguel arriba del escenario en los 80’, también lo muestra Kartún, el joven cantante y actor oriundo de Villa Crespo. La banda porteña, surge como un grupo de amigos que se juntaban a divertirse, improvisar y sorprenderse unos a otros jugando, y al igual que Miguel cuando volvió de Ibiza, querían poder lograr hacer algo distinto. Se juntaban a “colgar” y es por eso que en el 2004, cuando deciden marcar su inicio como banda profesional y sacar un disco, se proclaman como “El Kuelgue”. Seis años más tarde llega “Beatriz”, su primer álbum, donde muestran el potencial de poder combinar géneros, como el acorde del reggae, la bateria del rock barrial o el viento del funk, y sumando un condimento especial, las performances actorales para aportar humor. Así es el caso de un tema del disco, Piel de cereza, en la que invitan a participar a los humoristas, Alfredo Casero y Mex Urtizberea. Allí nuevamente hacen alusión a Los Abuelos de la Nada, con una parte de la canción ”Sin Gamulán”, escrita e interpretada, por Andrés Calamaro, quien tenía el mismo rol que Santiago Martínez, tecladista y segunda voz del “Kuelgue”. Otra similitud en la identidad de las bandas porteñas, que buscaron generar algo distinto.





Los chicos de Villa Crespo sacaron dos discos más, “Ruli” y “Cariño Reptil”, del cual Kartún hace referencia en una entrevista con “Tiempo Argentino” durante 2014:

“Escuchamos todo tipo de música. A la hora de hacer esa música, de componer, que nos salga diferentes géneros tiene que ver con la generación zapping-YouTube. No decirle que no a nada: le damos bola al candombe, al folklore que en general está medio mal visto. El próximo disco, que saldrá a mediados del año que viene, va a tener dos candombes, un cuarteto, un jazz, dos hip hop. "El Kuelgue" va por ahí, no negar: nos gusta el hip hop, escuchemos referencias, veamos cómo se hace bien un hip hop. También tiene que ver con eso que hablábamos de las décadas nefastas: tenés que mirar para arriba y no necesariamente es lo bueno. Mucha gente se educó pensando que el rock era rebelde y ahora vemos que el rock es Coca Cola.”

En julio de 2018 publicaron una parte de su 4to disco, “Fierrin lado A”, cinco canciones que siguen con la misma línea musical de la banda de fusión de sonidos.

“Si quieres bailar, tendrás que improvisar”, cantaba Miguel Abuelo en “Sintonía Americana”, y es una frase que “El Kuelgue” en 2018 viene tomando como identidad. Forman parte de esa actual transformación colectiva de la sociedad, donde los géneros y las etiquetas dejan de importar, para poner el foco en la esencia, en el núcleo donde todo importa, la pasión y la intención de dejar una marca mezclando el jugar con el profesionalismo de brindar buen contenido al público.

El jueves 15 de noviembre “El Kuelgue” se presentó en Niceto Club y Julián Kartún, cantante de la banda, decía lo siguiente:


¿Cómo es el proceso creativo de sacar un nuevo disco?


Tiene que haber un proceso de juego. Inevitablemente tiene que haber bastante tiempo, en principio dedicando tiempo a la banda de amigos. Nos vamos cada tanto a Ezeiza, que Nicolás, el guitarrista, tiene una casa ahí y tenemos tiempo para grabar, nos pasamos un par de días grabando y jugando y eso siempre es motor para nuevas ideas

Siempre hay una especie de evolución, en lo profesional, cada uno se pone más ducho con su propio instrumento y además empezamos a laburar con gente más profesional, gente que está hace más tiempo en esto. Antes nos producíamos todo nosotros, mezclábamos nuestras cosas y ahora empieza a aparecer gente de afuera que te da otra mirada. Sonidos más profesionales, nuevos, cosas en las que nosotros no nos metíamos.


¿La improvisación actoral arriba del escenario, cómo se mezcla con la música?


Es importantísimo tener el respaldo de la banda, saber que hagas lo que hagas vas a tener músicos atrás del carajo que te van a hacer quedar bien parado, eso te da mucha espalda y también al saber que esos son amigos tuyos, te da el permiso a poder jugar. Y le sumo a todo esto la potencia del escenario, que estás ahí, tenés fiebre, tenés un mal día o pase lo que pase, estás en un escenario y eso te hace vomitar energía para todos lados. Es algo performático, reír, llorar, cualquier cosa que cause una emoción en el púbico suma.

 
 
 

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