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Maria Elena Walsh: Palabras sin Tiempo ni Edad

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La voz que no se acalla


Hace más de siete años que murió María Elena Walsh, y hablar hoy de ella, de esa niña de los suburbios bonaerenses de Ramos Mejía, es hablar de la fuerza de la palabra legada, es nombrar la música primera de varias generaciones, es citar una voz que se fue instalando de a poco en el imaginario popular. Poeta, compositora, cantante, dramaturga, guionista, narradora o “cupletista”, como le gustaba autodefinirse, Walsh fue única y fue tantas que se torna inabarcable. En todas las formas posibles, ella vio y contó. ¿Desde dónde queda, entonces, recoger su voz? ¿Cómo arribar a la complejidad artística de su obra?

Walsh al igual que tantos narradores y poetas, concluye en la idea de abordar desde el arte lo que está en el límite de lo decible. Es que ella logra registrar, como nadie, los cambios sociales y políticos ocurridos en la Argentina a partir de la década del sesenta, esquivando las prohibiciones y censuras de la época. Su obra literaria y artística no sería posible sin su singular genialidad y su capacidad de escribir sobre lo polémico sin levantar las sospechas de los poderes de turno. Gracias a esa característica de decir lo indecible, su legado llega a nosotros.

Quizás y como parte de ese legado el tema “Como la cigarra” (1972) nació en la Argentina convulsionada de los setenta y es el claro ejemplo de una obra cuya característica fue haber trascendido a su tiempo. La canción fue resignificada muchos años después con la llegada de la democracia en 1983, al convertirse en emblema del exilio político. El tema se difunde en un contexto de represión y censura impuesto por la dictadura militar de Lanuse (1971-1973), en clara alusión a la falta de libertad que María Elena sentía como artista y creadora. Pero lo interesante de la letra es que pareciera jugar sobre la idea de hacer convivir dos mundos posibles: por un lado, los sentimientos de la artista, plasmados en la obra, pero también los recuerdos de quienes pueden usar las canciones como banda de sonido de sus propias vidas.

¿Será por eso que cuando Raúl y Susana tomaron el avión desde Buenos Aires a Paris, no olvidaron llevar una cinta de Los Zupay con las canciones de Maria Elena Walsh?


Grabado con CBS y con arreglos musicales de Santiago Chouhy y conjunto, el tema “Como la cigarra” aparece ocupando el quinto lugar del disco homónimo. Para el arranque del álbum la autora elige la versión de la vieja canción góspel de protesta “Venceremos” (“We shall Overcome”), convertida en himno del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos y más tarde en himno universal. Fue cantada por Joan Baez en Woodstock de 1969 y por Jairo en la Avenida 9 de Julio en 1983. El resto del repertorio incluye temas como Réquiem de madre” de claro sesgo feminista; “Canción de caminantes”, de fuerte crítica política y social; el poema musicalizado por Chico Novarro “Carta de un león a otro” y la ironía de “Aguasvivas”, en sugerente ritmo de bolero. Walsh tuvo la sensibilidad artística para poner en palabras y melodía lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Inspirada en diversas fuentes musicales, desde el folklore al tango pasando por el jazz y el rock, podemos afirmar que la canción “Como la cigarra” tiene a todas esas Walsh juntas, con claras raíces del folk argentino.


Salir de la tierra, una vez más


Dice David Byrne en su libro "How music works" ("Cómo funciona la música"): “La música no se puede tocar - sólo existe en el momento en que es aprehendida - y sin embargo puede alterar profundamente cómo vemos el mundo y nuestro propio mundo. Es algo muy poderoso". Esto es muy claro en el tema “Como la cigarra”, la escritura poética proviene del propio enmudecimiento de su autora: es la música la medicina para seguir viviendo, y mientras uno cante no está muerto: “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal y seguí cantando”. Hay prepotencia por seguir viva y cantando, pese al destierro y a la censura. Como Lázaro, como el Fénix, la cigarra vuelve a la vida. Aparece la libertad de expresión obturada por la censura, la desaparición, la idea de un entierro triste al que nadie asiste ("Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui, sola y llorando…"). Walsh era valiente al elegir sus palabras: “La sola mención del verbo 'desaparecer' en medio de una canción que estaba levantando vuelo en el tramo final de la dictadura militar produjo un impacto considerable entre oyentes que, como los tísicos de otros tiempos, agudizaban el oído en busca de la verdad", dice Sergio Pujol en su biografía de María Elena Walsh (1983-Emecé). Son estrofas que cantan a la vida, al estilo de Whitman, son un himno de lucha y resistencia. Solo los que alguna vez han “resucitado” pueden dar fe de ello. ¿Será por eso que a Raúl y Susana se les eriza la piel cuando escuchan el tema “Como la cigarra” en su departamento mínimo de París?


El estribillo robustece la idea de resurrección: “Cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra”. Con una musicalidad casi perfecta, la voz de la autora interpretando este tema es fluida y suave en el inicio y en el estribillo intensifica el volumen para hacerse más grave en el remate final. Esa misma voz es la que refuerza los comentarios que la propia autora realiza, en la contratapa del disco, sobre algunos de los temas elegidos donde puede tenerse una idea más clara de su ideología más cercana siempre a lo democrático que a lo revolucionario. Pujol explica que: "En esa búsqueda de toda palabra o gesto que pudieran ser interpretados a la luz de la transición democrática, 'La Cigarra' salió para siempre del frío invernal y desde entonces permaneció cantando entre los argentinos".


El tema fue interpretado por tantas voces que a veces se confunde su autoría, todos fueron la cigarra: Mercedes Sosa, Cesar Isella, Cuarteto Zupay, Victor Heredia, Joan Manuel Serrat, Pedro Aznar, León Gieco, Jairo, Sandro y hasta el propio Goyeneche, con su voz inconfundible, la cantó en 1985 con la Orquesta de Carlos Franzetti. En el documental en inglés, "Argentina's Playlist of Freedom" ("Una lista argentina de canciones de libertad"), emitido por el BBC World Service en el 2014, aparecen varias de las canciones de Maria Elena Walsh, porque al hablar de cantos a la libertad es imposible no citarla. Posiblemente el tema “Como la cigarrra” contenga los versos más enigmáticos y premonitorios que se hayan escrito en plena época de censura en toda Latinoamérica, ya que refiere a la imagen “de alguien al que no pudieron matar” y esto se repite crípticamente a lo largo de la canción. El texto no está construido solo en primera persona, sino que hace referencia a lo que también le pasaba al otro: “Tantas veces te mataron, tantas resucitarás, tantas noches pasarás desesperando”. La clave musical, en un registro melancólico, acompaña la gravedad de la poesía. Existe una correspondencia necesaria de melodía y letra, aunque por momentos la voz aparece más enérgica en el estribillo. La textura de melodía acompañada de guitarra, órgano, bajo y percusión conceden una explosión de sonidos que invita a “seguir cantando”. La estructura de la canción “Como la cigarra” está marcada literaria y musicalmente con tres estrofas octosilábicas de rima asonante y un estribillo de cuatro versos de rima consonante. La musicalización de este tema tiene la base de un ritmo folklórico del litoral argentino, que es el rasguido doble.


El sonido de esas décadas


Es imposible pensar en alguien que no haya escuchado una canción de María Elena Walsh, de chico o de grande. Creadora de una matriz estética única, no sorprende que se viera como aspirante a “nieta de Lewis Carroll” (Dujovne Ortiz, 1982: 22), porque su mundo onírico y atrevido, soñador y fantasioso, la ubica muy cerca del universo del autor de Alicia en el País de las Maravillas. La literatura y la música de Walsh nos llegan como una síntesis cultural e ideológica de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. La música que se compuso, interpretó y difundió en Argentina entre los 60 y 70, da cuenta de cómo la creación artística fue capaz de acompañar los procesos políticos y sociales: la experiencia del Di Tella, el Movimiento Nuevo Cancionero, el Nuevo Periodismo, el nacimiento de Mafalda, el auge del psicoanálisis, el boom del folklore y el Club del Clan, todo esto sucediendo en simultáneo en un país que mira al mundo sin ser mirado. Mientras que en el plano internacional surgían el rock y el pop, continuaba la Guerra Fría y comenzaba la de Vietnam, nacía el Mayo francés y asomaban el vanguardismo junto con el feminismo y el contracultural y pacifista movimiento hippie.


En este contexto Walsh compone copiosamente y sus letras son manifiestos de su vanguardismo. La potencia de las palabras elegidas la trascienden en el tiempo y la universalizan. Ella no está sola, es una época en la que surgen muchos artistas comprometidos que unidos dan más fuerza que nunca a la canción de autor. Artistas internacionales como Joan Baez, Bob Dylan, Paul Simon se superponen a referentes en la región como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Victor Jara, Violeta Parra, Daniel Biglietti, Chico Buarque, Caetano Veloso y los músicos de la Nueva Trova cubana. Como en una gran foto grupal, se ubica, entre todos ellos, María Elena Walsh.


Viaje a la infancia


Brillante y surrealista para su época, María Elena nació en 1930. Hija de un irlandés, a quien le gustaba tocar el piano y de una descendiente de españoles, amante de la lectura, pasó su niñez entre Nursery Rhymes, música y libros. Un mundo sensible, como lo reconoce ella: “Es un privilegio de cuna muy grande. Es como heredar una fortuna” (Walsh, La Nación,2000). Con su primer libro a los diecisiete, Otoño imperdonable, llegaron los premios, el halago de Juan Ramón Jiménez y el interés de Borges, Neruda y Silvina Ocampo. Walsh inicia un temprano camino que nunca más detuvo, produciendo unos 20 discos y más de 50 libros. Viajó a Estados Unidos, becada, y al volver recorre las provincias para nutrirse de la esencia del folklore. Su segundo poemario, Baladas con Ángel (Editorial Losada-1952) es publicado en coautoría con Ángel Bonomi, su novio de entonces y único hombre al que estaría unida sentimentalmente. En la cubierta del Reina del Pacífico, con 22 años, se embarca en un viaje que dura cuatro años, junto a Leda Valladares, iniciando una nueva etapa sentimental y artística. El destino: París, la misma ciudad a la que muchos años después, en el 78, llegarían Raúl y Susana, con la música de Walsh en la valija, para comenzar con sus vidas en el exilio.


Ya en la capital francesa Waslh se reinventa: es el turno de la música. El dúo folklórico “Leda y María" canta bagualas y vidalas en el cabaret Crazy Horse. Con sus ponchos legüeros contrastan con las otras mujeres de torsos desnudos. Paris les da la libertad que necesitan y reciben el aplauso de Chaplin, Picasso y Prévert mezclados entre el público. Fue precisamente allí rodeada de can can, donde empezó a escribir para chicos. Así fue como abandonó primero la literatura por el folklore y después el folklore por los chicos, hasta convertirse en la autora de literatura infantil más sólida del país. Su obra fue tan singular e innovadora que algunos piensan que después de Perrault, en Argentina, está Walsh.


El legado de su Varieté


Si bien Walsh fue valiente y pionera, en julio de 1978, en plena Copa Mundial de Fútbol , asfixiada por la censura de la dictadura militar, decide "no seguir componiendo ni cantar más en público". Un par de años más tarde, un cáncer óseo la pone al límite de sus fuerzas. Logra superarlo, pero algo se había roto y el silencio autoimpuesto se cumplía con la misma entrega con la que antes componía. Si bien se entusiasma con la llegada de la democracia, la esperanza se desmorona pronto y lo que viene después la decepciona. En pareja desde 1980 con la reconocida fotógrafa Sara Facio, Walsh se recluía al tiempo que casi no daba entrevistas. De a poco, se dejará mimar por el reconocimiento y será: Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires, el Konex de Platino en Disciplina y Literatura Infantil y el Gran Premio de Honor 2000, entregado por sus pares de la Sociedad Argentina de Escritores. Con motivo de la publicación de “Fantasmas en el parque”, su último libro, dijo para el suplemento Radar: “Me gusta lo secreto, la cosa ambigua, porque también es una forma estética de mantener un estilo de vida y un estilo de escritura”.


Son pocas las personas que conocen a fondo su vida. El escritor y periodista argentino Leopoldo Brizuela recuerda esos momentos: “Era plena dictadura, en su casa caían amigos de ellas, conocí a mucha gente. Fue una especie de universidad para mí; además María Elena tenía una vida muy rica y una intelectualidad sui generis, ella podía ser amiga de Pablo Neruda y de Juan Ramón Jiménez, y por otro lado había cantado en cabarets, y por otro lado había cantado para niños, y por otro lado tenía una visión política. María Elena te ‘linkeaba’ a zonas muy distintas de la cultura y de la vida, todo lo que me formó lo aprendí de María Elena: el feminismo, ella fue una de las primeras en la lucha de género en la Argentina, y siempre me recomendaba lecturas, y me dio la apertura al folklore, yo soy el choque entre María Elena y lo que me había formado antes”. (Revista Ñ- 2008)


Walsh no entretiene a niños y educa a adultos, ni viceversa, ella mezcla constantemente esos dos universos, haciendo reír a grandes y poniendo a los más chicos a bailar con metáforas sobre todo lo que los rodea. Desde “La reina Batata” hasta “Como la cigarra”, pasando por “Manuelita”, “El reino del revés” y “Oración a la justicia”, todas sus letras pueden leerse en varias claves y así muchas de las melodías que podrían incluirse en el rubro “adultos” tienen estructura de canción infantil, como “Los ejecutivos” o “Balada de la mariposa”. En Walsh, no hay división de géneros, en ningún sentido: ni literarios, ni musicales, ni identitarios. Por su conmovedor talento, en 2014 fue reconocida con el Konex de Honor, premio otorgado a la figura fallecida más importante de las Letras Argentinas.

Hace más de siete años que María Elena Walsh nos dejó toda su herencia literaria y sus melodías. Hace casi cuarenta que Raúl y Susana volvieron al país. Ya son abuelos, se mudaron muchas veces, pero siguen guardando una gastada cinta con el tema “Como la cigarra”, como banda de sonido de sus propias vidas.



 
 
 

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