A medida que uno crece hace las paces con la idea de que las personas se convierten en fantasmas, recuerdos de lo que alguna vez fueron. Porque pasaron al más allá, y son realmente fantasmas; porque deseamos que se hayan ido al más allá, en otras palabras: las separaciones; o el peor caso de todos, porque son fantasmas y están vivos al mismo tiempo. Esa sensación amarga de que aquella persona con quien compartimos parte de nuestra vida está en algún lado del planeta, pero ya no ocupa ese lugar.
En “Pensaba” Julio y Agosto plasman esa sensación. Pero no es una canción triste, furiosa o triunfante, sino que combina los sentimientos en una catarsis, en una canción. Y con cada voz se representa, se podría decir, una experiencia distinta. Los instrumentos interpretan una melodía que acompaña a esas voces y les da un valor agregado. Mientras le cantan en primera persona a esos fantasmas que ya no están, que los abandonaron. Tampoco es coincidencia que la tapa de “Los Accidentes” (la primer parte de su nuevo disco “La Ceremonia”), esté plasmada de imágenes de fantasmas en su representación más burda: como una persona tapada por una sábana.
La banda, que empezó exclusivamente acústica, está en proceso de sacar su segundo disco eléctrico (en proceso, porque el álbum está dividido en tres partes). Si en “La Niebla y la Autopista” demostraron su versatilidad al enchufar sus instrumentos a un parlante, con “La Ceremonia” perfeccionan ese estilo y lo hacen suyo. Sobre todo en esta canción, se muestran más cómodos y hasta incluso se divierten ahora que perfeccionaron su actualizada identidad musical. Es bueno ver que cambiar los violines y el contrabajo por unos eléctricos o la percusión por una batería más rockera no compromete a la banda en ningún sentido, sino que le da más potencia. Y encima agregan las voces de Paula Maffia y Mel Muñiz, que le dan un contraste refrescante a las voces masculinas de Miguel Canevari y Santiago Adano.

Julio y Agosto no utilizan una estructura tradicional de estrofa, estribillo, estrofa, estribillo. Al no repetir secciones, se concentran de lleno en esa historia que quieren transmitir. Pero no es un cuento o un relato en tercera persona que explica con detalles minuciosos y le dice al espectador lo que tiene que sentir. Son una serie de conversaciones unilaterales, de declaraciones simples de varias voces. Esa simpleza demuestra la confianza que ponen en el oyente para que él interprete qué se canta.
La canción se divide según distintas reacciones que se tienen después de las separaciones. Al principio está la tranquilidad, la recolección de los hechos sucedidos, para pensar y entender la situación. Después repite la misma estrofa, pero esta vez lo hace con una explosión que demuestra la aceptación y la disconformidad de la situación. Las voces femeninas presentan un reclamo: “Pensaba que eramos amigas, me hablabas de tu perra y tus cosas”. Una frase que todos piensan, pero no muchos dicen. No la parte de la perra, sino la sensación de impotencia que genera haber puesto esfuerzo y cariño en una relación que un día desaparece, ya no está más y ese esfuerzo pasa a ser en vano. Cuando parece que ya se terminó, la canción vuelve a explotar. Y finalmente se escuchan todas las voces declarando indiferencia, es momento de olvidarse y seguir adelante.

Esta falta de uniformidad en la forma que está escrita la canción no es ningún accidente. A diferencia de otras bandas, no le atribuyen la composición a un solo miembro, no caen en la trampa de depender de un solo cerebro musical, hay una horizontalidad en el momento de crear. En una conversación con nosotros Miguel Canevari nos cuenta: “Las canciones suelen ser composiciones personales que se traen a la banda y terminan de tomar forma en los ensayos”. La canción termina de aparecer en la sala, donde se juntan a escribir entre varios y le dan forma. No es una visión personal realizada en banda, sino que se tienen en cuenta entre todos. Es un proceso más difícil de coordinar y si bien sería más fácil tener un maestro de obra que diga qué hacer, el resultado hace que valga la pena: “La verdad que ese proceso es mucho más lento y desgastante pero una vez que conseguís algo es muy gratificante”. E incluso una vez terminada , puede que el significado que se le da a la canción varíe entre miembro y miembro.
Ya desde el segundo acorde de la canción queda claro el clima que quiere proponer. Genera una estabilidad, que no genera tristeza, sino que transmite perfectamente esa sensación de que algo no está bien, acompañado de un punteo lento de guitarra eléctrica.
Con este clima se canta la primera estrofa, con dos guitarras eléctricas, una rasguea y la otra puntea. Todo hecho con un ritmo lento. La segunda estrofa repite la primera, pero con todos los instrumentos metidos en la canción. Un ritmo más veloz y un rasguido acorde a ese ritmo. Si la canción empezó melancólica, ahora agarra una onda más rockera. De fondo, acompaña una melodía fantasmal.
La canción no vuelve a repetir ninguna parte, sino que empieza lo que se podría llamar el “estribillo”, por intensidad solo, ya que es la única vez que se canta. Beneficia a la canción el grano de voz de las nuevas cantantes femeninas que tienen mucho poder. La batería acompaña las voces, y a medida que pasa el tiempo van aumentando en potencia y se agregan más instrumentos liberando la tensión que se fue generando a lo largo de la canción. Se vuelve a ese ritmo más tranquilo del principio de la canción, solo una voz acompañada por una guitarra y los violines terminando en un silencio total.

En la última estrofa suenan todas las voces e instrumentos al mismo tiempo. Lo último que se escucha cantar a las voces es: “No quiero esperar”. Terminan con una outro instrumental, y de fondo todavía se puede escuchar esa melodía fantasmal que acompañó a la canción.
Pensaba es una canción con la que todos nos podemos relacionar. Con un comienzo triste o melancólico nos atrae y nos recuerda todas esas relaciones perdidas que tenemos: amigos del colegio, de la facultad, de la vida, hermanos, hermanas, padres y madres. Toda esa gente que existe más en recuerdo que en nuestra realidad, que por más que los veamos todos los días en las redes sociales, hace años que no los vemos en persona. O peor, no tenemos idea de dónde están exactamente.
Es un sentimiento que nos pasa a todos, y quizás nosotros también somos el fantasma de alguien. Nadie sabe quién estará pensando en nosotros en este momento. Pero no tiene sentido ponernos a gritar, patalear, llorar o negarlo. Es gente por la que seguro peleamos, nos esforzamos para no perder, pero su indiferencia nos dice más que suficiente.
Impresiona también escuchar las voces femeninas, que le dan una pluralidad a la canción. Porque esto no es algo que le pasa a una persona, sino que le pasa a todos, cada uno con su experiencia distinta. Pero la respuesta es la misma, hay que dejarlo atrás, olvidarse del pueblo y de la perra y dejar de pensar en esa persona que se fue.
La canción termina con un final feliz, que nos hace reconocer todo esto y nos ayuda a dejarlo atrás. No sé si toda la música tiene este poder de catarsis, porque cuando escuchamos una canción es casi imposible no buscar como se relaciona con uno. Ya sea por lo que la música nos hace sentir o porque la letra se relaciona tanto con lo que nos está pasando.
Creo que Julio y Agosto lo hace tan bien en esta canción por hacerla tan general, simple e imprecisa. Es general porque canta sobre una situación que nos pasó a todos. Simple, porque refleja la complejidad de un sentimiento en tan solo cuatro minutos y lo hace identificable y empatizable. Imprecisa porque no da detalles sobre situaciones específicas, para que cada uno llene los espacios en blanco con lo que le pasó. Al no dar nombres, explicar situaciones, nombres o eventos, cada uno lo puede aplicar a su relación perdida, a su fantasma. Y gracias a Pensaba y Julio y Agosto, podemos hacer catarsis finalmente o simplemente, escuchar una muy buena canción y punto.
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