En medio de un azul profundo, arriba de todas las nubes, rodeado de ángeles y almas, y bajo la escucha de Dios, se desarrollan diferentes armonías y melodías, ritmos y gritos, ecos, voces y distorsiones que se superponen una tras otra y se mezclan entre los seres e ideas inteligibles que se encuentran en el lugar. Es el punto máximo, el más alto; es el empíreo, donde la presencia física del creador se hace presente y nada escapa de su alcance. Ni siquiera lo intangible, como la música, que se vuelve materia y se deja moldear para poder ser reproducida una y otra vez, porque ni ahí mismo alcanza una sola escucha.

The Empyrean – el Empíreo en español-, además de pertenecer a las creencias católicas medievales, que significa “el punto más alto del cielo”, también es el octavo álbum de la discografía solista de John Frusciante, y que sea el octavo disco no suena como una “casualidad” porque, siguiendo el camino bíblico de los significados, el número ocho significa “la perfección”, adjetivo que el álbum roza constantemente durante los casi 60 minutos de música arte conceptual, ya que no son solo diez canciones, son ideas entrelazadas que serían nada sin su apoyo una sobre otra.
A su vez, el ocho también refiere a la abundancia, y en este caso se puede hablar de una abundancia sonora y también visual. Al observar el arte de tapa del disco, la imagen repleta de figuras, colores y significaciones aturde y no se deja comprender sin hacer un análisis fino. Ocurre lo mismo con la música. En las primeras escuchas, uno cree tener una idea de qué ocurrió, pero con la reproducción una y otra vez, se empiezan a encontrar los hilos que conectan canciones, unas con otras, y el caso más evidente se puede notar en Enough Of Me y One More Of Me. Ya desde el título hay un vínculo.
Para comprender el aura de estas canciones en conjunto hace falta, además, comprender la vida musical Frusciante. No alcanza con abordar el cómo suena, ni el análisis teórico musical, sino que hay que comprender el contexto en el que nace esta obra. Se podría decir que John Frusciante, de la misma forma que la Luna, tiene dos lados. No necesariamente uno oscuro y otro lleno de luz, sino, solamente dos lados. En su carrera, se encuentra su obra junto a los Red Hot Chili Peppers durante dos ciclos, el último que duró desde Californication (1999) a Stadium Arcadium (2006), donde la banda tomó un éxito mundial y llevó a las creaciones de Frusciante hasta los escenarios más grandes del mundo. Por otro lado, al mismo tiempo, coexiste su discografía solista, con doce discos, y una dirección totalmente opuesta a la de los Peppers.

El mensaje encubierto dentro su producción en solitario podría decirse que es, definitivamente, separarse del estilo funky-rockstar de los Red Hot Chili Peppers para sumergirse en una producción más íntima y, en principio, más cruda. Eso se puede ver en sus primeros discos, Niandra Lades and Usually Just a T-Shirt (1994) y Smile From The Streets You Hold (1997), producciones que cuentan con un Frusciante en una etapa más directa. Esos álbumes, si bien son difíciles de digerir por su sonoridad y la manera por la que se mezcló, tienen la impronta del momento por el que pasaba Frusciante, con una fuerte depresión y adicción a las drogas, y sumado a esto el disgusto por la fama mundial de su banda. En el primero de ellos, Niandra, las composiciones pasan del rock experimental, a la psicodelia. Todo en un marco estético lo-fi, grabado en una baja calidad, de la misma forma que Smile From the Streets You Hold, con la diferencia que éste fue tres años después, cuando Frusciante había oficializado su primera salida de los Peppers, luego de la gira de Blood Sugar Sex Magyk y se encontraba en su peor momento en relación con sus adicciones.
Luego de la rehabilitación y de la vuelta a los Red Hot Chili Peppers para hacer Californication, en 2001 realiza To Record Only Water for Ten Days, un álbum con una mayor producción y calidad sonora y, tres años después, lanza Shadow Collide With People, The Will To Dead, DC EP, Inside Of Emptiness, Curtains, A Sphere in the Heart of Silence y Automatic Writing, los dos últimos con Josh Klinghoffer y Ataxia, respectivamente. Es decir, siete discos entre 2004 y 2005, todos con un cierto nivel de aceptación y posición en la crítica, y variando el estilo entre acústicos, rockeros, psicodélicos y experimentales. Todo ello al unísono con By The Way (2002) y Stadium Arcadium (2006), producciones totalmente diferentes una con la otra, y de allí viene la mezcla que finaliza en The Empyrean, un disco que tiene todo y nada que ver con el pasado de Frusciante.
Durante la gira mundial de Stadium Arcadium y el hiato de los Chili Peppers en 2007, toma fuerza este álbum con una idea distinta por parte de Frusciante. En primera instancia, es un disco íntimo, planeado, conceptual y lejos de toda industria. La grabación se dio en el estudio dentro de su casa lo que, al contrario de lo establecido, generó un gran sonido y atmosfera para el álbum, siendo el único protagonista; abarcando la dirección, ingeniería y sonido, lo que le agregó aún más de su propia expresión. La concepción de su octavo disco está basada en el concepto simbólico de los aspectos de la vida que uno toma y los que están fuera de alcance, según responde en una entrevista con Joe Bosso. En la respuesta también agrega que, a pesar de no poder alcanzar algunos objetivos, “siempre hay una chispa que lo lleva a alcanzar nuevas alturas”, y a través de ese punto está el enfoque de diferenciar cada canción con un carácter distinto, lo que le da el toque especial y conceptual a cada parte de The Empyrean.
La composición polisémica del álbum genera interrelaciones como la de Enough Of Me y One More of Me, dos canciones diferentes, pero que comparten textura y pueden ser escuchadas en simultaneo en un mash-up que le da sentido a algunos sonidos que por separado son extraños, pero que unidos encuentran una forma sonora rígida y envolvente. Las instrumentaciones de ambas canciones se retroalimentan generando una pieza épica que comienza con una introducción y luego, con el correr de la canción alcanza diferentes alturas, promediando el empíreo y la tierra generando una atmosfera difusa. Plantea una estructura de cuatro partes diferentes, donde la primera comienza con dos voces, una grave y otra en falsete, y dos sintetizadores, uno bajo y otro agudo, que luego se repite, agregando un cuarteto de cuerdas como instrumentación. Después de ello, aparece la orquestación completa, cuando la batería y guitarra de Enough of Me aparece sintetizando todas las melodías y arreglos para darle un pie de inicio fuerte al resto de la canción, que se desarrolla con una sección más, un puente y un final/solo progresivo de guitarra y cuerdas que culmina luego de casi tres minutos.
Fuera de lo estrictamente musical, también hay un juego de palabras e ideas, donde en Enough of Me hay una postura pesimista acerca de la vida y en One More of Me hay una visión más esperanzadora, una idea de ambivalencia que nos permite ser intrusos durante cuatro minutos en el mundo de Frusciante y entender los diferentes polos creativos y vivenciales de su carrera artística.
Extracto del comienzo de Enough of Me:
“This precise time and right here Are not going anywhere I've had enough of new todays For once I'd like to go another way I speak my last words and then remember it may never end All that I've won I have lost Each passing moment cuts me off”.
Extracto del final de One More of Me:
“All of the fucked things you do Are the product of what’s happened to you Whatever you create from love Is a gift from the place which some call above There's only the forces of hate and love One breaks things down and one builds them up”.
Ese doble sentido musical y lírico es la consigna principal de la canción. Por un lado, hay una voz aguda, sintetizadores melódicos, un bajo donde reposa toda melodía, y luego se agregan una guitarra y una batería. La “puesta en escena” es clásica dentro del rock experimental, y tampoco llama la atención el extenso solo del final. Pero sí llama la atención la contraposición de ideas, ya que One More of Me es totalmente lo opuesto: Tiene un registro grave de voz, un sintetizador usado como bajo y un cuarteto de cuerdas, casi es el anti-rock, todo lo contrario de su canción predecesora. Por ello, el juego combinar estas canciones es tan interesante, ya que son dos mundos totalmente diferentes que combinan en armonía. De la misma forma, la contraposición está en el sonido. Por un lado, hay una progresión de acordes mayores que dan una sensación feliz, pero contrastada con una letra e intencionalidad triste. Lo mismo ocurre con One More Of Me, un sonido melancólico y depresivo, con una relación constante entre acordes mayores y menores, contrastado con una melodía esperanzadora. Y quizás, el momento de mayor contraste es final, donde un solo caótico de guitarra distorsionada hace base sobre un solo de cuarteto de cuerdas, es una mezcla entre rock y clasicismo académico. Es una paradoja donde el sinsentido es la regla primera. Es una repetitiva confusión, se podría decir, y creo que es exactamente lo que la propuesta de Frusciante pretende y, además, es la perspectiva con la que él, en particular, observa la vida y su desarrollo continuo, a la espera de una identificación por parte del oyente.
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El periodo de grabación fue desde diciembre de 2006 hasta marzo 2008. Es decir, durante la gira junto a los Red Hot Chili Peppers y luego del hiato “indefinido” de la banda, del cual John Frusciante nunca regresaría, siendo suplantado por su amigo Josh Klinghoffer, anterior guitarrista rítmico de la banda durante la gira. A partir de la pausa, es cuando realmente se plantea la idea enfocarse únicamente en su carrera en solitario y allí nace, sobre todo, el principal caudal creativo del disco. No es casualidad que su primera gran obra, sin desmerecer a las anteriores, haya sido una vez exiliado de la banda, y tampoco es casualidad que haya sido inmediatamente después del proceso compositivo de Stadium Arcadium, un álbum compuesto casi en totalidad por Frusciante. De ese germen es que nace el complejo rompecabezas que terminó siendo The Empyrean.
Desde el lado de la producción, colaboraron Klinghoffer, Flea, en el bajo (ex compañero de banda), Johnny Marr, ex The Smiths y el cuarteto de cuerdas Sonus Quartet. Cada uno de los músicos, según describe Frusciante, tuvieron la libertad de interpretar su instrumento tal como quisieron, ya que la verdadera esencia de cada uno se da a partir de la libertad creativa. Ese concepto es notorio en toda la obra ya que no es una producción perfecta en términos matemáticos o teóricos musicales, sino que suena como un conjunto amalgamado y macizo de sonidos, pero que por momentos se da libertades de salir de esa estructura y poder tener una libre interpretación, como el final de la canción.
De la misma libre interpretación es donde también se entienden las influencias de la obra. Desde un comienzo del disco, es clara la cita a Funkadelic con la canción de inicio Before de Beginnig, un homenaje a Maggot Brain, o los solos de guitarra estridentes como los de Jimi Hendrix o Eric Clapton en Enough of Me. La sola presencia de Johnny Marr y Klinghoffer también es un mensaje. Son artistas que se ven reflejados en la obra de Frusciante y él lo hace evidente y juega con ello durante el disco.
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Con un punto de vista personal, la sensación que tuve sobre el disco cuando lo escuché por primera vez, hace unos años, fue un no entender. Me parecía muy complejo para poder ser apreciado así que pasó un tiempo hasta que lo retomé. Antes de hacerlo, en una charla con un amigo, también conocedor del trabajo solista de Frusciante, me comentó que era un disco para ser apreciado durante un viaje. A penas lo escuché me pareció interesante, así que tomé el consejo y retomé el disco durante un viaje que tuve en el norte del país. Al hacerlo, la sensación que tuve fue de una mayor compresión de la obra. Era como que la música retrataba cada uno de los paisajes que miraba por la ventana de un colectivo en medio de una ruta perdida en Catamarca.
Como dicen muchos teóricos, la música difícilmente pueda ser explicada en palabras. No suscribo tanto con esa idea, pero tomar el concepto la imposibilidad de traducción en palabras, es interesante. De la misma forma, Frusciante es reacio a dar una explicación sobre como compone o como se inspira. El principal argumento pasa por una creencia de la preexistencia del todo. Es decir, nadie crea nada, ya todo está dentro de la naturaleza, según describe, y el único “merito” está en el descubrimiento de la pieza y la traducción musical de los mensajes de la naturaleza, religiosos, ideas inteligibles o lo que sea, en sonido.
Aquella justificación es llamativa, porque, definitivamente, para lograrlo es necesaria una conexión metafísica para así poder bajar aquella información y realizar ese viaje entre la música y el hombre, entre el empíreo y la tierra. Por eso es improbable que algo de este disco haya sido librado al azar o a la suerte. Es una obra que nunca termina de apreciarse en su totalidad, ya que cada interpretación o escucha es diferente, y esa es una las principales virtudes. Quizás, realmente esta sea la música que rodea a los ángeles y escucha el mandamás, y si no lo es, debe ser algo muy similar. Tal como hicieron The Beatles en 1967, que relataron como es un día en la vida, The Empyrean y el binomio Enough of Me/One More of Me es una representación cronológica de la vida descripta animo por animo: Comienza con un principio neutro, pasa por la melancolía y tristeza, atraviesa el miedo, encuentra la felicidad, despierta el desorden, lamenta el caos y acepta el repentino punto final.
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